La lealtad
La frase que comparto con vosotros es de Francisco Garzón Céspedes, escritor, periodista, profesor y director escénico cubano
La lealtad no depende de las circunstancias – porque es de la permanencia de los principios
La lealtad no depende de circunstancias pasajeras, sino de la firme convicción de permanecer en unos principios que vertebran nuestros comportamientos y nos guían en el trato y respeto hacia otras personas y/o causas.
Cuando dependemos de circunstancias, de unos cambios de viento o de la variabilidad de los acontecimientos, nos damos cuenta de lo volátil que es nuestra voluntad a la hora de demostrar nuestro compromiso de permanecer afectos a esas personas o causas.
Permanecer en unos principios es fácil cuando los acontecimientos o circunstancias apenas varían y poco tienen de novedoso ni de adverso. Sin embargo, es la lealtad la que, asentada en unos principios sólidos, sostiene en el tiempo las relaciones humanas, facilita el entendimiento, comprensión y aceptación… tanto, que las transforma.
La lealtad a un proyecto se da cuando nos vinculamos emocionalmente con esa iniciativa porque conecta directamente con nuestros principios. Es ahí donde somos capaces de sostener en el tiempo nuestra “permanencia junto al otro”.
Es un valor que se aprende -sobre todo- cuando se atraviesan situaciones difíciles. Ahí es donde se ponen a prueba la verdadera amistad, el honor, nuestros principios.
En otras palabras, la lealtad es la virtud que nos lleva a mantener los vínculos y compromisos que hemos contraído con los demás (p.ej: Dios, Patria, principios, superiores, jefes, patrones, afectos, familiares y amigos) reforzando los valores que hay en ellos.
Además, es racional. Elegimos libremente ser leales y pagamos un precio por ello. Surge de un muy fuerte compromiso moral interior y la asumimos porque queremos. No hay términos medios, o se es leal o se es traidor, porque su opuesto es la traición.
“Nada hay comparable a un amigo fiel. Su precio es incalculable” queda recogido en la Biblia. Porque es la virtud propia de los hombres de bien que hacen el bien, y nos habla de estabilidad emocional, de constancia en los afectos, de responsabilidad en los lazos y los compromisos contraídos, de seriedad en nuestra palabra, de serenidad en la propia existencia. La lealtad es una forma de vivir la vida. Y tú, ¿cómo la vives?
Fuerte abrazo. Borja.