La concordia
Hoy traigo una frase del pintor, escultor y ceramista español Joan Miró
“Sin concordia no puede existir ni un estado bien gobernado ni una casa bien administrada.”
Esa es la clave para que lo que tiene que funcionar, funcione bien. Imaginad un equipo de futbol en el que a los miembros del equipo les falta concordia. Imaginad un grupo de amigos en el que falta la concordia. ¿Podría ser en el primer caso un equipo?, ¿podría ser lo segundo un grupo de amigos?
Imaginad un área de una empresa en la que la concordia brillase por su ausencia, ¿en qué ambiente laboral acabaríamos trabajando? Imaginad una familia en la que unos y otros conviviesen sin concordia… ¿sería una familia abocada al sufrimiento?
Así estamos en gran medida en España hoy por hoy, cada uno pensando en lo suyo, tanto en lo pequeño como en lo grande. Vivimos todos en una dureza de corazón que hace que los egoísmos personales, locales, regionales y profesionales hagan el día a día más complicado. Esto, que tanto nos incomoda, nace en cada uno de nosotros y lo entregamos con decisión al vecino, compañero o familiar.
La concordia sirve para estar unidos, para compartir proyectos y para aunar esfuerzos. Gracias a ella podemos acometer desafíos que, sin importar lo grandes que sean, nos permiten entregar de corazón lo mejor de nosotros para que todos nos llevemos lo mejor de los demás. Cuando todos damos con corazón aquello que realizamos para los demás, la concordia se convierte en protagonista de las relaciones humanas y hace que disfrutemos de elevadas cotas de motivación y capacidad de desempeño.
Su ausencia nos vuelve egoístas, nos lleva por un lado a encerrarnos en nosotros mismos y por otro lado a un egoísmo vital tremendo. La concordia es fundamental en el día a día, pero… ¿qué pasa cuando en vez de fomentar la concordia fomentamos la discordia en el trabajo, en casa, en familia o con los amigos, y en la vida política, como ya hacemos?
Por nuestros egos y soberbias, caemos en la discordia y entramos en el nocivo juego de apagar el calor humano que hace que trabajemos o convivamos a gusto.
Nutre nuestras relaciones y se convierte en fermento que hace crecer los equipos y los proyectos que llevamos entre manos. Facilita simpatía, unidad, conformidad, camaradería, alianza, consenso, compañerismo, reciprocidad y hermandad.
La palabra concordia viene del latín y significa «acuerdo, convenio, relación pacífica». Está formada por el prefijo con- (junto, globalmente), cordis (corazón), más el sufijo -ia (cualidad). Es decir, el que tiene la cualidad de estar con el otro desde el corazón.
Y tú, ¿desde dónde estás con el otro?, ¿cómo estás con los otros?
Un abrazo. Borja.